Mi nombre es Luis Rodríguez, soy
un asturiano que participó por primera vez en esta prueba el pasado sábado día 21,
nada más y nada menos junto con aproximadamente otros 500 ciclistas.
Mediante este escrito quiero
felicitar a todos los que de una forma u otra trabajáis en la celebración de
este evento, como nos podemos imaginar tiene que ser complejísimo atar cada
cabo que está en vuestras manos para llevar a efecto un acto de estas
características.
Felicitaros de la forma en que lo
habéis comenzado, con ese sencillo pero no por ello menos entrañable homenaje a
un personaje tan admirado y querido en su tierra y en toda España, como es
Miguel Delibes, para mi que no lo conocí personalmente pero sí un poco a través
de sus obras ha sido toda una sorpresa y la mejor manera de empezar la mañana y
la guinda nada mejor que compartir pelotón con sus cuatro hijos Miguel, Germán,
Juan y Adolfo, además de nietos y miembros de la familia.
Felicitaros de la forma como ha
acabado, sin ningún incidente grave que reseñar, y eso no es solo fruto de la
casualidad sino del trabajo que me consta de todo un año preparando la prueba.
(Jorge y Carlos “Carril Bici”)
Es una carrera dura, por algo es
un desafío de 150km. por el que rodamos unas veces por sirgas actas para
pedalear de forma cómoda y otras (la mayoría) no tan cómoda. En un desafío no
puede faltar la aventura y como no podía ser de otra manera, aquí nos tocó
sortear el árbol caído en medio del camino, (no sé si sería la propia organización
la que tuvo la idea de derribarlo para darle un poco más de emoción “es una
broma”) el caso es que gracias a este contratiempo se rompieron todos los
controles de horarios previstos, como siempre hay que sacar un lado positivo, tuvimos
tiempo al menos los de atrás de charlar y de hacer vida social durante casi una
hora, que es de lo que se trata.
Quiero resaltar una anécdota mía
y personal, iba pensando para mis adentros lo duro de la etapa y de la forma
tan digna y sufrida como la estaba llevando, cuando llegué al cruce que
confluye con el camino de Santiago cerca de Frómista, ahí a pocos metros de mí
venía por la pista de tierra una señora haciendo el camino de Santiago, calculo
de unos sesenta años, con una mochila a la espalda bastante mayor que la mía,
caminando a un ritmo tranquilo, se veía que tenía muchas horas en sus piernas de
experiencia en estos menesteres, un acto reflejo me hizo frenar, bajarme de la
bici y sacarle una foto, la felicité como buenamente pude, era francesa y
hablaba castellano como yo hablo el francés, es decir por señas y le di ánimos
pues ya solo le quedaban 3km para descansar.
A partir de ese momento me cambió
el chip de la cabeza, como para quejarme me dije, viajando sobre dos ruedas y
acompañado de una asistencia técnica que ya quisieran tener en otras pruebas,
todo un lujo el despliegue que hicisteis humano y mecánico para que todo
saliera lo mejor posible y para el que existen tres adjetivos: impecable,
intachable e inmejorable.
Por cada punto de apoyo de refrigerio por el que pasamos, nos distéis
ese aliento que nos impelía a continuar con más fuerzas, todos nos animasteis cuando
las piernas empezaban a flaquear, personalmente paré creo que en todos o casi
todos los puntos donde había agua y hielo, tanto para llenar el bidón como para
recibir esas muestras de afecto.
Lo del melón y la sandía en
Palencia es un PUNTAZO, el primer trozo de sandía que metí en el cuerpo creo
que me bajó hasta los tobillos, la sensación de frescor a esta altura de la carrera
es inenarrable.
Por último felicitar también a
todos los participantes por el buen comportamiento cívico y de responsabilidad
que hubo durante toda la jornada, siempre desde el respeto y de la educación,
(valores tan en falta en estos tiempos) igualmente felicitar a mis tres
compañeros de fatigas: Sergio, Pedro y Armando, de forma especial a los dos
primeros pues con 65 años a sus espaldas han terminado la prueba de una manera
más que digna y lo más principal sin ningún percance.
Gracias una vez más a los que con
vuestros esfuerzos hacéis que personas como nosotros al menos durante un día
nos sintamos como héroes, al menos eso le ocurrió al del dorsal nº 158 cuando
llegó a la dársena de Valladolid ahíto de felicidad.
Un saludo,